Un atardecer, una luz,
un nacimiento, un sol,
las guirnaldas del ayer
viajan desesperadas a través de la luz.
¡Oh las luces son tan hábiles como un relámpago fugaz!
Las linternas encienden mi mente.
La música divaga en mis venas abiertas
tocando mis nervios que explotan en un big bang.

La luna terminó como un deseo fugaz,
las almas inquietas
quiebran la sonata
del violín que toca
el anciano mustio.
En mis días pienso en un sinfín de
agujeros que depara la vida.
La luna quebró al sol y el sol a la luna.
Sandra M. Vizconde Zevallos
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